El Caballo Peruano de paso es una raza equina oriunda del Perú. Su antecedente es el caballo amblador introducido por los españoles durante la Conquista y los primeros tiempos de la Colonia. Es una raza muy particular por sus proporciones corporales y por su andar lateral o "llano de paso", que le es característico. Es una raza joven y su código genético es producto de 400 años de selección, cruce y tipificación sanguínea. Está protegido por el Decreto Ley 25919, dado por el gobierno peruano en 1992, y fue declarado Patrimonio cultural de la Nación por el Instituto Nacional de Cultura (INC) en el año 2000.
A diferencia del caballo de trote y el de carrera, que caminan en diagonal, el Caballo Peruano de Paso camina en forma lateralizada. Empieza la pata de un lado y el siguiente paso es la mano de ese mismo lado; al caminar en paralelo hay un balance y un movimiento lateral del caballo, lo que hace que el jinete no se canse y que un hombre de 60 ó 70 años pueda cabalgar ocho horas diarias. Por eso siempre fue valorado como un caballo de trabajo.
Aquí en el Perú su presencia está extendida en todas las regiones, aun cuando en los inicios de la formación de esta raza equina, tuvieron rol protagónico los pueblos del norte peruano. Su crianza ha mejorado mucho desde que se formó la Asociación Nacional de Criadores y Propietarios de Caballos Peruanos de Paso, que ha empezado a hacer prototipos estándares de estos apreciados caballos.
Sin embargo, es poco lo que se conoce sobre sus bondades como animal de trabajo. El grueso de la gente solo aprecia el aspecto de su exhibición en los concursos nacionales y regionales de Caballos de Paso y el supuesto baile de marinera que se dice ejecuta, pero su verdadera naturaleza corresponde a un caballo peruano de trabajo y eso es algo que no se difunde convenientemente.
Ahora hay respetables esfuerzos para revalorar la importancia de estos nobles equinos, dándoles un uso turístico mediante cabalgatas que muestren la bondad y resistencia del Caballo Peruano de Paso, y que a la vez permitan diseñar nuevas rutas turísticas que integren a una serie de pueblos pequeños que no son tomados en cuenta cuando se viaja por carretera, porque el turista ya tiene destinos fijos y conocidos y solo a ellos se dirige. Son pueblitos que tienen iglesias bellísimas que necesitan ser puestas en valor, paisajes idílicos, gente amable y deseosa de acoger al visitante.
¿Qué se requiere para hacer estas cabalgatas?
- Entrenar caballos maduros sanos –mayores de cinco años– con caminatas iniciales de 2 ó 3 horas diarias. Que estén herrados y sobrealimentados.
- No ponerle pellón sampedrano, porque pesa de 25 a 30 kilos, ya que la idea es aligerarle el peso al caballo.
- Hacer una preparación previa de cuatro meses. Luego vienen los ocho días efectivos que corresponden a la cabalgata en sí.
- Contar con transporte adecuado para llevar los caballos, las monturas y a la gente de apoyo, de seguridad y a los paramédicos.
- Un mes antes de iniciar la ruta, los chalanes deben recorre la ruta para ver dónde dormirán y se alimentarán, qué peligros deberán sortear, etc.
- En cuanto al jinete: montar, montar y seguir montando. Ropa holgada de algodón, botas y sombrero de ala ancha, que protege del sol y que cuando se cabalga en bosques, protege de las ramas.
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